La turbidimetría es una técnica analítica utilizada para determinar la forma en la que se atenúa la luz cuando se traslada mediante una suspensión. Esto se produce gracias a los fenómenos de absorción y dispersión de la luz por causa de las partículas.
Mediante la turbidimetría, se pueden deducir las dimensiones de las partículas presentes en una suspensión y demostrar la dependencia de la absorción y dispersión de la luz del tamaño de las partículas y su concentración en la suspensión.
Los métodos analíticos basados en la turbidimetría suelen tener cortos tiempos de análisis, con mayor simplicidad experimental, costos reducidos, no daña la muestra y no necesita calibración. Estos métodos pueden automatizarse con un equipo de medición de la turbiedad.
Un turbidímetro puede medir la claridad relativa de un fluido, mediante la cuantificación de la radiación lumínica de una muestra líquida que ha sufrido dispersión por partículas suspendidas, las que dificultan que la radiación se transmita mediante los fluidos, obstaculizando su paso. Es así como la turbidez se origina por una o varias especies químicas.
La turbidez se mide en NTU, que representan la intensidad de la radiación lumínica de la muestra, estas son las unidades de turbidez nefelométrica que entrega un turbidímetro, aunque estos equipos no se utilizan para estimar las dimensiones de las partículas presentes en el líquido y que producen la turbidez.
Un turbidímetro está compuesto de una fuente de radiación lumínica, un lente que enfoca y conduce el haz de luz a través del líquido y un dispositivo fotoeléctrico que detecta y estima la cantidad de radiación lumínica que se ha dispersado. Adicional a esto, poseen un sistema que previene que se detecten otras radiaciones lumínicas que puedan interferir con la medición.
La turbidimetría se utiliza generalmente para la detección de contaminantes, la cuantificación de células, para el control de calidad del agua y para la medición del azufre en el petróleo entre otras aplicaciones.
Fuente: Cromtek