Cuando pensamos en desechos plásticos, lo primero que se nos viene a la mente es la botella de plástico abandonada en el mar o una playa, pero también existen una variedad de partículas y microplásticos que son invisibles al ojo humano y que están presentes en el agua potable e incluso en la embotellada.

Estas partículas pueden medir desde 5 mm a 1 nm y se encuentran presentes en productos como los cosméticos, de limpieza o también venir desde la descomposiciíon mecánica, fotoquímica o térmica de productos plásticos más grandes.

Cuando están suspendidos en el agua, los materiales poliméricos en los plásticos pueden absorber contaminantes orgánicos persistentes (COP), los cuales a su vez pueden ser ingeridos por las especies marinas y así llegar eventualmente a la red alimentaria de los seres humanos.

En el laboratorio, al analizar las aguas en busca de estos microplásticos, se han utilizado diversos métodos de recolección, curación y manejo de muestras. Pero la técnica analítica ha sido siempre la misma: la microespectrometría FTIR.

Esta metodología analítica es ideal para este estudio ya que la información que se encuentra en los espectros vibracionales de los materiales poliméricos proporciona una huella digital molecular que puede usarse con bases de datos espectrales para identificar positivamente diferentes tipos de materiales poliméricos. La espectrometría infrarroja (micro-FTIR) depende de los cambios en los momentos dipolares y es particularmente útil para detectar grupos funcionales polares que se encuentran en muchos tipos diferentes de materiales poliméricos

La espectrometría FTIR, utilizada en conjunto con la espectrometría Raman, entregan datos complementarios en el análisis de elementos microscópicos, por lo que son herramientas indispensables para la identificación y análisis de partículas microplásticas en el agua.

Fuente: Cromtek