La magnitud del problema de las drogas falsificadas y de calidad inferior ha ganado considerable atención pública debido a una serie de incidentes de alto perfil y un mayor enfoque mediático. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), se estima que entre el 10% y el 30% de los medicamentos vendidos en los países en desarrollo son falsificados. En el mundo industrializado, los estudios muestran que las farmacias “on line” han abierto un importante portal para medicamentos falsificados a consumidores desprevenidos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que los falsificadores probablemente han tenido éxito en la producción de una industria ilegal con ventas anuales superiores a US$ 75.000 millones. Más significativamente, cientos de miles de vidas se perderán cada año debido a la amenaza de los medicamentos falsificados (International Policy Network). En algunos casos, la degradación del producto puede acarrear consecuencias igualmente graves. La falta de confianza en la calidad de los medicamentos tiene implicaciones negativas de gran alcance tanto para los pacientes como para las compañías farmacéuticas. Ya sea debido a cadenas de suministro mal controladas y procedimientos de control de calidad o intención criminal pura, los medicamentos falsificados y de calidad inferior representan un problema serio.