Cada laboratorio forense cuenta con un número de microscopios ópticos y digitales. Es uno de los requisitos fundamentales al momento de preparar y poner en marcha un laboratorio para tareas de imagen de rutina. En general, los instrumentos ópticos son robustos y fáciles de operar. Sin embargo, la necesidad de una amplificación más allá del rango óptico (>1000x) es cada vez mayor a medida que los aspectos de interés son más pequeños. La microscopía electrónica de barrido (SEM) puede ir más lejos que la escala óptica con una enorme capacidad de ampliación y profundidad de foco. Otra ventaja de los SEM es la posibilidad de realizar un análisis elemental de microestructuras.
Combinado con la imagen de electrones, el análisis de rayos X es una herramienta muy ponderosa para comprender la composición y estructura de materiales. Ahora bien, pasar de un microscopio óptico a un SEM tradicional puede implicar un duro golpe para el presupuesto de un laboratorio forense: además de invertir en el instrumento, se necesita un espacio dedicado y un usuario bien capacitado. El uso de un SEM en el rubro forense puede ser de gran valor: la diversidad de muestras y aplicaciones es muy amplia, y el Phenom puede cumplir una función en todas ellas. A continuación se presentan sus principales aplicaciones.